ANA MARI URRUTIA: TELETÓN, UNA OBRA DE LAS CHILENAS Y LOS CHILENOS
Hablar de Teletón para mí es hablar de la historia de mi padre, el doctor Carlos Urrutia Urrutia, que estudió en Italia ortopedia, cirugía y rehabilitación. Tras su viaje y vasta experiencia adquirida trajo la idea de hacer un centro de rehabilitación que tiempo después, y sin saber que lo haría, dirigí yo, y sin pensarlo siquiera, hoy es patrimonio de todos los chilenos.
Mi padre junto a un equipo médico inició la Sociedad Pro Ayuda al Niño Lisiado en 1947, tras un brote de poliomielitis bastante grave. Trabajaban en el Hospital Luis Calvo Mackenna y atendían a los enfermos hasta en los pasillos. Fue una epidemia bien tremenda, como la que hemos vivido, siento, con el coronavirus. En esos años, se impresionaron mucho y crearon la sociedad Pro Ayuda al niño Lisiado, con colegas médicos y amigos del Rotary Club de Providencia, aunque él no pertenecía al Rotary.
Mi papá tenía una característica que era ser muy profesor, le enseñaba lo que sabía a todo el mundo, era un profesor impresionantemente talentoso. Yo estudié sólo tres años medicina, pero él me enseñó todo lo que descubrí que sabía cuándo murió en 1964 y, años después, quedé a cargo del instituto de rehabilitación.
Teníamos recursos humanos, pero escasos recursos económicos. Gracias a don Ernesto Rosenfled, que era muy talentoso, pudimos pasar esa etapa, pero todo era voluntario, teníamos un sorteo de beneficencia y dos carreras de caballos que nos ayudaban. Con eso, hacíamos maravillas.
Un día llegó Mario Kreutzberger, Don Francisco, al instituto de rehabilitación, y le abrí la puerta porque estaba cerca. Lo ubicaba, no veía mucha tele porque no tenía tiempo, pero quedé plop. La primera persona que conoció fue a mí.
Le mostré las dependencias porque quería conocer, y luego nos invitó a Don Ernesto y a mí a su casa a comer. En esa oportunidad, nos contó que había visto en el norte un niño con discapacidad amarrado a un árbol, eso lo había conmovido, y nos comentó que le interesaba el tema y la causa, quería ayudar. Yo diría que él se enamoró de la institución.
Con la primera Teletón juntamos dos millones de dólares, una cosa que nunca soñamos, pudimos construir un edificio, pagar a los voluntarios, y contratar personal médico. Como directora de la, entonces, Sociedad pro Ayuda al niño Lisiado, fui la primera profesional en dirigir el nuevo Instituto Teletón de Santiago que se inauguró en 1979, gracias al evento solidario.
Estuve 25 años a cargo de la institución, la vi crecer, internalizamos el concepto de rehabilitación integral, para atender las necesidades de los niños y sus familias, más allá de la terapia física. Pusimos en marcha el Taller de Órtesis y Prótesis y cree el Programa de Entrenamiento de Líderes Participativo, entregando herramientas a los jóvenes para su inclusión en la sociedad. Posteriormente, integré el directorio de Teletón hasta 2016, y hasta el día de hoy sigo trabajando con los equipos, haciendo cursos de participación.
Al hablar de una organización, obra o marca es importante conocer la historia de quienes precedieron esta institución tan conocida en el país por su gran labor social. Ninguna persona debe trabajar en un lugar sin conocer el espíritu y los ideales de sus fundadores. Al comprender la sumatoria de los espíritus creadores podemos trabajar y vivir acorde a los tiempos presentes.
Esta institución es una leyenda llena de éxitos, tensiones y anécdotas constructivas, un relato de ejemplo para quienes deciden dedicar su vida al servicio de los vulnerables. Estoy convencida que el ejemplo de las personas es la mejor escuela para las generaciones que vienen.
Hoy hablar de Teletón como un patrimonio, es un orgullo, es algo impresionante. Junto al aporte de tantas personas, gracias a Mario, porque a través de la tv convenció a Chile y lo comprometió con la causa. Para él toda mi admiración, sin él no habríamos hecho nada, se convirtió en un promotor del tema. Y hoy contamos con 14 institutos de rehabilitación en el país, que otorgan atención gratuita a niños, niñas y jóvenes, con tecnología de primer nivel.
Soy una fanática del trabajo en equipo. A mis 86 años, miro la obra y me enorgullece lo que hemos creado entre todos, cómo hemos avanzado en la historia, cómo el cariño de la gente ha hecho que perdure en el tiempo. Porque Teletón es una obra de las chilenas y los chilenos, de todos los que vivimos en Chile. Un modelo de rehabilitación e inclusión que, por algo, ya ha sido replicado en 12 países de América.